Chocar de frente
a todo vapor; sin frenos
contra la sabiduría sin patrón del instinto
y su silencio
Ver la cara hedionda,
esa edición mal hecha en la que uno se fue convirtiendo;
comprobar que en la carrera contra el miedo
deje mi identidad en la estación de servicio
y que cuando me dí cuenta e intente volver para recuperarla
se la había llevado el tiempo, con ruta y todo
al asilo insoportable de mi memoria;
ahora
viéndote crecer
percibir a oscuras la luminiscencia del alma
como dialéctica cotidiana entre la piel y el universo
llenándote de vida
impulsada a la vida por la sangre
orgasmo de humanidad perpetuando los sueños
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