martes, 2 de febrero de 2010

Despegar del cielo,
floreser en manos que sostengan tierra
mundos
sangre tibia;

despegarse los muertos encayados
los que obstruyen la piel nueva
los que tapan las arterias del alma;
desprenderse los motivos como botones obsoletos y condicionantes,
mirarse al desnudo de identidad
antes de parirse en máscara,

suicidar la costumbre,
deshacer el mundo,

dejarse caer sobre la puiel que espera del otro lado del alma.

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