lunes, 7 de septiembre de 2009

Teatro negro para palabras sin sombra

Acto primero

Entre los saltos de la luz el pan reparte los vientres;
la arena como lenguaje de oprimidos es la pantera
con su piel eléctrica mordiendo,
con su voz eléctrica llorando;
sin su sueño de hambre mordiendo, desnuda.

Acto Segundo

Uno
o el supuesto uno
se enfrasca, entumece,
se pliega con asombrosa elasticidad al rígido esqueleto
del día a día sociavilizador.

Entonces La tragedia.
Un Si bemol
o un amor fingido
o la guerra
o la mishiadura
parecen abarcarlo todo;
y abarcar lo inabarcable es evidencia.

Sabés; El circo.
El circo elegante Tuñón en el que las almas torturadas por la falta de alma se humectan, muerden sus lenguas unas a otras
hasta que las lenguas estallan,
se esparcen por el suelo
por las paredes
por otras almas
las lenguas
transformadas en sangre.

Se bañan en ella; cuentan cuentos, números, disparates.
Animales sin elecciones,
ciudadanos morales con psico feite manufacturado en Taiwan,
monaguillos dilatados amantes fanáticos del desatino y la obediencia.
Aman la profusa ignorancia de lo conocido
y sumergen sus días en ollas de escapismo
donde cocinan a fuego lento la despasión por la vida y su cause misterioso.

Sus recetas no sorprenden,
mucho menos su sabor agrio con dejos de frustrante eyaculación precoz;
pero son exitosas en estos lares de la historia
y el éxito no se discute
(millones de moscas no pueden estar equivocadas).

Lo sabés bien.
El supuesto “uno” anestesia con pericia minuciosa su naturaleza de infinito.
Rígido, sociavilizado hasta el hartazgo,
mastica desazón pornográfica como único rezo.

¡Colonicemos la naturaleza de nuestras almas sin sangre!

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